miércoles, mayo 10, 2006

Los caballos cojos no trotan


Nueva cita en el Principal: ayer, a las 21h "Los caballos cojos no trotan", protagonizada (bueno, en realidad, sólo actuaba él) por Eloy Arenas, sobre un texto del aragonés Luis del Val y bajo la dirección de Antonio Mercero. En resumen, un buen plantel.

Así pues, Eloy, en su monólogo, estaba acompañado por un conjunto de sillas diversas estratégicamente dispuestas y una chica, Andrea Szamek, que tocaba el violín. ¿Qué se nos contaba? Muy sencillo, la historia de una vida, la vida de un caballo cojo, Miguel.

Miguel (Eloy Arenas) comienza a narrar su vida desde la infancia y el trauma infantil que le crearon sus padres al repetirle por activa y por pasiva que tenía que ser como su primo José María. Miguel crece sin más problemas, no teniendo una relación muy fluida con su madre, llega a la Universidad, empieza a estudiar Derecho (porque cree que tiene salidas) y se enamora perdidamente de Laura. Problema: Laura es rica y lo desprecia porque él es pobre (y se le ven rotas las suelas de los zapatos). Esta circunstancia lo marca definitivamente, decide emprender su segunda huida al modo de Olivert Twist, lectura de su infancia (la cual le enseñó que hay que fugarse en verano porque en invierno hace frío), y se embarca a Colombia. Allí se hace rico y su vida da un vuelco...

...Ya tenemos el tópico del pobre que se convierte en rico, podemos imaginarnos lo que sigue y en qué puede acabar la cosa...

...Regresa a España, se casa con Julia, la hija de un concejal, y el aumento de su fortuna es paralelo al cambio de su carácter, negativamente hablando, claro. Con Julia, mujer a la que quiere porque le hace sentir bien pero de la que no está enamorado (siempre tendrá a Laura en su cabeza), tiene a su hijo Marcos. Miguel vive demasiado preocupado por su negocio empresarial y descuida a su hijo que cae en la heroína (Julia acaba siendo internada en un "psiquiátrico de lujo" tras una depresión postparto irreversible). Mientras el tiempo pasa y el problema de su hijo se convierte en irreversible, Miguel se dedica a "acabar" con el marido de Julia erigiéndose como presidente de un club de fútbol.

Y el título... el título proviene de la anécdota del caballo cojo que Miguel cuenta a su cuñado, cuando un caballo está cojo hay que matarlo porque se convierte en algo inútil, en una carga. Este cuentecillo se volverá contra él cuando su hijo Marcos llegue un día a su despacho pistola en mano, pidiéndole dinero para las drigas y apuntando a su padre a la cabeza. Miguel acaba haciéndose con la pistola y matando a su hijo (él le suplica que lo haga), porque es un caballo cojo. Miguel, desesperado, también se reconocerá como tal. Y la obra concluye con las luces apagadas y la pregunta contundente al público: "¿Culpable o inocente?"

Así, en un texto revestido claramente por el humor, se encierra una historia trágica, con claros momentos de tensión. El discurso de Eloy está acompañado por la música, un juego de luces y las sillas. Unas cuantas sillas se distribuyen por el escenario y cada una de ellas se identifica con un personaje de su vida: su padre, su madre, su hijo, Laura, Julia, ... de tal forma que se va moviendo entre ellas y sentándose de vez en cuando, agilizando y dando movimiento a la escena. Una buena interpretación de Eloy Arenas que soporta todo el peso de la representación. Si tengo que sacar un pero, sería que el resultado me parece un poco blando, la historia, por su contenido, podía haber explotado más el lado dramático y tormentoso del personaje.

Unas palabras de Luis del Val:

"Siempre me han fascinado los triunfadores que se derrumban en el último asalto, abatidos por la vanidad o la soberbia. Siempre me han seducido esas figuras que poseen tesón y capacidad de sacrificio, y se destrozan a sí mismas, porque les falta una pieza, o un honor, o más millones de dólares. Y siempre me han parecido superfluas las explicaciones de los cobardes narrando cómo habrían obrado en su lugar, cuando nunca estarán en su lugar. El protagonista de esta obra representa la mayoría de las cosas que desprecio, pero maneja también muchas de las virtudes que admiro. Nunca me gustaría parecerme a él, pero nunca se me ocurriría aborrecerlo".

Luis del Val

En definitiva, una buena propuesta. Ya no está en Zaragoza, pero nunca se sabe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que cuentas, la obra parece interesante. Mmmm... tengo mono de teatro. En mayo no hay mucho en el Principal. Habrá que esperar a junio.

Bueno, nos vemos. ;-)

Anónimo dijo...

Pues sí, un monólogo muy interesante, yo estuve allí y doy fe.

En su debut como autor teatral, Luis del Val nos adentra en una realidad fictiva que no está tan alejada de nosotros como se pueda pensar en una primera impresión.

A través de una historia entre lo dramático y lo cómico, Eloy Arenas (sorprendente en esta nueva faceta actoral) nos lleva de la mano y en primera persona nos muestra el crecimiento, aprendizaje, ascenso y debacle de un personaje, Miguel, supuesto arquetipo ampliado del nuevo rico actual.
A partir de una infancia antagónica a la madurez, pero sólo aparentemente pues el grado de fracaso es el mismo en ambas etapas, el espectador empatiza rápidamente con él minimizando sus posteriores canalladas, para finalmente vivir un emotivo desenlace de la obra en la que se asiste a la metamorfosis sentimental y social del personaje por la cual un triunfador “pura sangre” se torna en un inútil “caballo cojo”.

Una cuidada faceta musical y una sencilla pero detallista escenografía con metafórica función prosopopéyica apoyan y arropan una función en la que muy pocos creían y que a todos ha convencido.


Pd 1: Así, así, Ireth, corto y directo... ;-P BESOTES para ti!

Pd 2: "En mayo no hay mucho en el Principal. Habrá que esperar a junio"... Dani, en mayo nada más y nada menos que El Brujo está en el Principal, y con dos representaciones distintas!!... Tras la presencia del actor teatral por excelencia de este país... por mí pueden ir cancelando lo de junio! Un saludo.

Ireth dijo...

Pues sí Dani, un gran monólogo: Antonio Manuel y yo te lo podemos asegurar.

Vaya, vaya, Antonio Manuel, tienes razón, "corto y directo", pedazo de crítica te ha salido en unas pocas líneas. Yo no fui capaz de abreviar así... Me quedo con dos ideas tuyas que me han encantado: "A partir de una infancia antagónica a la madurez, pero sólo aparentemente pues el grado de fracaso es el mismo en ambas etapas" y "se asiste a la metamorfosis sentimental y social del personaje por la cual un triunfador “pura sangre” se torna en un inútil “caballo cojo”".

Por supuesto, el Brujo es un buen motivo para considerar mayo (después de esta obra también, claro) un buen mes teatral.

Saludos a todos!

P.D.:y BESIKOS (mejor que "Besotes") pa ti, Antonio Manuel! ;-)

Anónimo dijo...

Gracias por tu crítica, Antonio Manuel.

No conozco a El Brujo, pero con tan efusiva recomendación no tendré más remedio que acudir al teatro en mayo. ¡Gracias y un saludo!