“Es una historia del pasado sobre lo que está pasando ahora; un espejo para que el público mire y observe desde la distancia del tiempo y del espacio, y descubra, sorprendentemente, que el mundo no ha cambiado tanto”. Alejandro Aménabar.
Últimamente tengo mucha suerte con las películas. Malditos bastardos y ahora Ágora (dejaré a Rec2 para otro día que está en otro nivel). Alejandro Aménabar firma una película redonda y sumamente interesante, una historia cruda y real como la vida misma. Creo que la cita inicial del propio director ya lo dice todo.
Bajo la historia de la vida de la filósofa Hipatia nos encontramos una guerra de religiones: paganos, cristianos y judíos. A lo largo de toda la película lo que vamos a poder ver es la crueldad, la sinrazón, el sinsentido y el afán de destrucción que supone cualquier religión, nos encontramos ante una dura crítica de las creencias religiosas, en este caso, especialmente contra el Cristianismo plagado de personajes oscuros, tanto interior como exteriormente.
Al lado de todo esto, Hipatia vive sin abrazar la fe cristiana y proclamando su fe en la Filosofía. Metida en su propio mundo que no va más allá de la enseñanza a sus discípulos, la Biblioteca de Alejandría y la contemplación y desentrañamiento de los astros, intenta calmar los ánimos enfrentados viendo cómo todo se desmorona sin ceder un ápice en sus convicciones que la llevarán a una muerte vil y descarnada que Aménabar narra en las palabras de los cristianos para que la conozcamos pero que no muestra, muy acertadamente, a nuestros ojos mediante la inserción de un personaje, antiguo esclavo de Hipatia convertido al Cristianismo, que dulcificará la ejecución.
La película está llena de personajes profundos e interesantes, a destacar junto a Hipatia el personaje de Orestes que se convertirá en precepto de Roma y que nunca dejará de escuchar los consejos de la filósofa ni la negará aunque eso suponga arriesgar su vida. Orestes que históricamente dejó el cargo tras la muerte de Hipatia y tras informar a Roma para que se iniciara una investigación sobre Cirilo, que fue pospuesta repetidas veces.
Ágora es una invitación a la reflexión continua. El mensaje, para mí, está contenido en Hipatia, sus palabras y la relación con los astros: ¿y si no hay un centro?, ¿y si nosotros no lo somos? Aplíquese a todo esto una metáfora con las religiones. Como a Hipatia, puede romper el corazón eliminar ese centro, desplazarlo, quedar desprotegidos pero más libres ante una nueva situación más difícil pero más sensata y valiente, y para ello es necesario no doblegar la voluntad, sobre todo en tiempos difíciles.
En fin, ya no quiero hacer más moralina. Una historia triste, un Amenábar tan bueno como siempre y que también sabe conectar con el público (en este caso, desafortunadamente, no lo hará contodos) y buenas interpretaciones. Una película tan histórica como actual, consuélenos que al menos hemos avanzado para poder ver en la pantalla una reflexión así y personas capaces de realizarla.