Tras una gira por múltiples localidades aragonesas, la última producción del renovado Centro Dramático de Aragón (CDA) se estrenó en el Teatro Principal en vísperas de las fiestas navideñas. Esta vez nos encontramos con una obra 100% aragonesa, desde su autor (Jaime de Huete) hasta sus intérpretes: Tesorina.
Tesorina es una comedia de corte celestinesco. Habla de los amores de un caballero y una dama que pese a las dificultades iniciales, alcanzan con su boda un final feliz, característico de la comedia. El amor entre Tesorino y Lucina como tema central de la obra se completa con la presencia de los amoríos que surgen entre los criados. La presencia de la figura de Celestina es obvia, aunque con la singularidad de que su actividad es ejercida por un fraile, confesor de Lucina. Siguiendo la línea de la lírica y de la novela sentimental de la época, Tesorino aparece con frecuencia como doliente y triste amador, y que a diferencia de los protagonistas de la época en la que está escrito este texto, su figura aparece fortalecida, como sucede en la comedia clásica y en la italiana, por el sentido carnal que se da a su conquista, manifestado también en todos los personajes, sin distinción ni clase social, situaciones muy propias de las comedias del Renacimiento.
Ya dejando la faceta más filológica, una obra interesante donde el texto es enaltecido en algunas interpretaciones y destrozado en otras, con una escenografía muy bien conseguida a imagen de una villa medieval, al igual que un detallista vestuario.
Estamos en resumen ante lo que fue una versión para el pueblo de la inmortal obra de Fernando de Rojas: Tragicomedia de Calisto y Melibea, de la que todos los textos aureos (y posteriores) son deudores en una faceta u otra, y que ha sido, es, y será (por mucho que algunos quijotescos se empeñen en lo contrario) la mejor obra de nuestra literatura.