Recuerdo que, cuando era pequeña, nunca quería ver una película en blanco y negro porque pensaba que eran un rollo, algo antiguo que no merecía la pena ver.
Con el paso de los años descubrí que cometía un gran error pensando eso. Por supuesto que me encanta el cine en color, claro. Lo que quiero decir es que hay películas, obras maestras, en blanco y negro que no me imagino en color y, que de estarlo, pienso que nunca serían lo mismo. Algunas de ellas las colorean pero prefiero el original y lo mismo me sucede con algunos remakes de clásicos del cine, rara vez están a la altura de la genuina (pienso, por ejemplo, en Psicosis).
En la actualidad creo que el cine en blanco y negro está algo olvidado pero a mí me sucede que, de vez en cuando, me gusta disfrutar con él (o incluso me relajo en exámenes con cortos de cine mudo).
Ser o no ser, El gran dictador, Tiempos modernos, ... Recordemos dos finales míticos: Casablanca y Con faldas y a lo loco.
Quede aquí un pequeño homenaje al cine que no podemos ver a todo color.