Este es un post dedicado especialmente a los ingenieros ;-) Con él pretendo hacer ve
r que no todo filólogo es un ser serio ni que toda la literatura es igual. También hay un espacio para lo que se sale de lo normal, quizá para lo que llamáis filo-friki. Para demostrarlo he decidido compartir con vosotros un fragmento de un texto que conozco hace tiempo y que ya había tenido la tentación de publicar en varias ocasiones, además es de todo un clásico, el gran Quevedo (el que sale en las fotos con esas gafas redondas que dieron en llamarse quevedos jeje), para que veáis que no lo escribió nadie desconocido.
El texto no es otro que el gracioso Gracias y desgracias del ojo del culo, éste es un fragmento, pero si os llama la atención podéis leerlo entero aquí. En literatura pasa como en todo: hay ciertos tabúes, o sectores que por temática, ideología o lo que sea se aparcan a un lado y se desconocen, pero eso no quiere decir que no existan. Este texto pertenece al Siglo de Oro, época que parece a nuestros ojos tan recargada pero que abundaba en ejercicios literarios de este tipo: los autores tenían un gran sentido del humor. Espero que a nadie la parezca de mal gusto.
"Francisco de Quevedo y Villegas, llamado Juan Lamas, el del Camisón Cagado
Dirigidas a Doña JUANA MUCHA, MONTÓN DE CARNE,Mujer gorda por arrobas.
Escribiólas JUAN LAMAS, EL DEL CAMISÓN CAGADO.Edición de DANIEL LEBRATO, Maestro Oculista.
Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda, etcétera.
No se espantarán de que el culo sea tan desgraciado los que supieren que todas las cosas aventajadas en nobleza y virtud, corren esta
fortuna de ser despreciadas de ella, y él en particular por tener más imperio y veneración que los demás miembros del cuerpo; mirado bien es el más perfecto y bien colocado dél, y más favorecido de la naturaleza, pues su forma es circular, como la esfera, y dividido en un diámetro o zodíaco como ella. Su sitio es en medio como el del sol; su tacto es blando: tiene un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe ser alabado, pues se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían de los dioses del ver. El no tener más de un ojo es falta de amor poderoso, fuera de que el ojo del culo por su mucha gravedad y autoridad no consiente niña; y bien mirado es más de ver que los ojos de la cara, que aunque no es tan claro tiene más hechura. Si no, miren los de la cara, sin una labor, tan llanos que no tienen primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y de molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún matalote, o barba de letrado o médico. Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos, abahado en una capa, y por eso se dijo: "Bésame donde no me da el sol". Y no los de la cara, que no hay paja que no los haga caballeriza, ni polvo que no los enturbie, ni relámpago que no los ciegue, ni palo que no los tape, ni caída que no los atormente, ni mal ni tristeza que no los enternezca. Lléguense al reverendo ojo del culo, que se deja tratar y manosear tan familiarmente de toda basura y elemento ni más ni menos; demás de que hablaremos que es más necesario el ojo del culo solo que los de la cara; por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin ojo del culo ni pasar ni vivir.
(...)
Lo del pedo es verdad, que no lo sueltan los ojos; pero se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella. Y, para prueba desta verdad, digo que de suyo es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa, poniendo los inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y mirándose unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para la salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los doctores que no les detengan, y por esto Claudio César, emperador romano, promulgó un edicto mandando a todos, pena de la vida, que (aunque estuviesen comiendo con él) no detuviesen el pedo, conociendo lo importante que era para la salud. Otros dijeron que lo había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del culo.
Pues decir que no es bullicioso un pedo, ¡bueno es eso! ¿Hay cosa de más gusto que ver en un concurso grande, si se suelta uno, el rumor que mete y qué agudos acuden todos a taparse las narices, como está dicho, y otros que más lo huelen, haciendo la disimulada toman tabaco?"
Y ya que esta tarde en clase nos han hablado de algo curioso, ahí va algo de poesía visual. No intentéis leer nada en el siguiente soneto, Lemaître utilizó en su día todos los símbolos posibles de una máquina de escribir y escribió este poema conservando la rima y todo jeje.

Algo cercano a los caligramas, como este Sapo de Juan José Tablada. Estas son algunas rarezas de los filólogos. Como en todo, hay áreas más desconocidas por salirse de lo políticamente correcto.
