martes, noviembre 21, 2006

Visitando al Sr. Green

Estupenda propuesta la que ofreció la semana pasada el Principal con Visitando al Sr. Green dirigida por Juan Echanove y adaptando una obra de Jeff Baron.

En escena dos grandes, Pere Ponce y, más conocido, el veterano Juan José Otegui, en dos personajes extremos pero llenos de matices y ternura.

La historia: el joven ejecutivo de éxito, Ross Gardiner (Ponce) atropella al Sr. Green (Otegui) y el juez dicta sentencia, según la cual Gardiner debe asistir dos horas por semana al Sr. Green que, además ha enviudado recientemente. El anciano se presentará lleno de rarezas, no come, tiene el teléfono averiado, y un largo etcétera, y sobre todo, no quiere que nadie se entrometa en su vida. Como es de suponer, poco a poco la relación entre ambos se irá estrechando a medida que van abriendo su corazón: aflorarán temas como la homosexualidad, el judaísmo, la soledad, el amor, el perdón, la hija perdida, etc. El Sr. Green, a través del modelo de Gardiner y la incomprensión que sufre de su familia, reavivará el recuerdo de su hija y sus nietos, descubriendo que su comportamiento no ha sido el adecuado, sabiendo que lo primero es el amor y la familia, y no tanto la doctrina judaica. Ambos personajes experimentarán una catarsis en un final ya esperado por todos.

Ambos actores representan a la perfección su papel. La obra está llena de humor, humor que sirve para endulzar lo amargo de la vida. Ciertos clichés sí, pero Ponce vestido al comienzo de verde como buen Sr. Green despertó la sonrisa y la carcajada del público en numerosas ocasiones, también lo hizo Ross como por ejemplo con su enrolamiento en un club de atletas gays que se reúnen para correr.

Una rica escenografía llena de detalles y recuerdos no gratuitos, lo que hace recordar aquello que dijo Chejov de que "si en el primer párrafo de un cuento se menciona que hay un clavo en la pared, ese clavo debe servir para atar la cuerda con que el protagonista se colgará al final", cada objeto desempeña una función o alberga algo.

Obra de larga duración con descanso pero que se hace breve. Una gran apuesta (sólo me chirrió un poco el principio de la segunda parte, algo forzado). Si podéis verla pasaréis un buen rato.

domingo, noviembre 19, 2006

El barbero de Sevilla



Mi primera ópera, El barbero de Sevilla, en el Teatro Principal de Zaragoza. A mí me gustó, aunque se hizo demasiado larga. Hubo quien opinó que tenía algunas carencias vocales y así se señaló también el el Heraldo de Aragón hace unos días.

El barbero Fígaro (cuyo papel no fue interpretado por Soo Hong Kim, el que figuraba en el folleto) ayuda al Conde de Almaviva (Luis María Pacceti) a conquistar a Rosina (Helena Gallardo), mujer casada.

Esta ópera de Rossini contiene varias piezas fácilemente reconocibles por el espectador y que, curiosamente, se sitúan al comienzo de la obra haciendo la delicia del público.

Con respecto a las interpretaciones:

-A Fígaro, con ese traje y peinado a lo goyesco, el más ovacionado, se le apoderaba en ocasiones la orquesta y "sufría" en los pasajes vertiginosos, pero conquistó al público.

-El conde de Almaviva era el más teatral en el gesto y la voz aunque en ocasiones se fue un poco de tono.

-Rosina tenía buena voz, donde fallaba era en los fragmentos hablados (si bien he leído que su categoría, creo que es soprano, no es la misma que la reseñada en la ópera).

-En mi opinión la mejor voz fue la del cura, poderosa, clara y rotunda.

Leyendo esto parece que la ópera fuera muy floja, pero lo cierto es que fue correcta. Eso sí, hay que reseñar el magistral trabajo de la orquesta conducida por un gran director de razonable parecido con el novio de la Lollobrigida.

lunes, noviembre 13, 2006

Un homenaje a..... SANTIAGO MELÉNDEZ

Recuperando la serie de homenajes que inició Ireth hace unos meses y con la excusa de nuestra asistencia a su último espectáculo teatral (Queridas mías) me gustaría desde esta pequeña ventana al mundo del teatro realizar un esbozo artístico del actor que sin duda más ha aparecido por este blog en su año y un mes exacto de vida, es nuestro sin par Santiago Meléndez.



Fundador, director y actor de la compañía Teatro del Alba desde 1982 hasta 1996. Realizó más de 20 espectáculos que obtuvieron tanto el apoyo como el reconocimiento unánime de público y crítica en España y Europa, convirtiéndose en uno de los referentes incuestionables del teatro aragonés. Entre ellos cabe destacar El rayo colgado (Nieva), El hombre elefante (Pomerance), Señorita Julia (Strindberg), o Yerma (Lorca).

Posteriormente colaboró actuando o dirigiendo en varias compañías: Teatro del Temple (Goya, Macbeth, ...), Teatro de la Ribera (El amante militar, Las burlas de las mujeres, Pasiones, ...), CDA (Morir cuerdo, vivir loco, Misiles melódicos, La vida es sueño), Mapa (Arsénico por compasión), y comenzó a combinar su trabajo teatral con intervenciones en TV en series por todos conocidas: Motivos personales, El comisario, Los hombre de Paco, Compañeros, Policías, u Hospital Central.


En la actualidad presenta varios espectáculos: Queridas mías, y los ya reseñados Lo mejor de cada casa, Noches de amor efímero, y Días sin nada. También prepara como actor Yo no soy un Andy Warhol (Teatro del Temple) y En la soledad de los campos de algodón (Tranvía Teatro).




Respecto a su reciente actuación en el Teatro Principal con Queridas mías:


Una familia de mujeres un tanto peculiar. Un solo actor interpretando a todos los personajes, una colección de personajes femeninos divertida, cómplice, irónica y a veces sarcástica, protagonizada por un Santiago que se multiplica y transforma en el escenario de forma excepcional, una buena ocasión para ver teatro en estado puro. Un escenario, un actor y la complicidad entre ambos.




No perdáis la oportunidad de verlo en acción, porque Santiago Meléndez emociona, divierte, sorprende, estremece... y no pierde oportunidad de bajar al patio de butacas... ¡Cuidado con él!

martes, noviembre 07, 2006

El castigo sin venganza

De vez en cuando aterriza algún clásico en el Teatro Principal de Zaragoza. En este caso le tocó el turno a El castigo sin venganza de Lope de Vega a cargo de la compañía nacional de Teatro Clásico que ya estuvo el año pasado representando Amar después de la muerte de Calderón de la Barca.

La obra, que traslada y ambienta el texto en la Italia prefascista de los años 30, está bajo la dirección de Eduardo Vasco. Nos encontramos ante una obra que, como Amar después de la muerte, es impecable y perfecta en lo que a interpretación y puesta en escena se refiere (siguen aprovechando los momentos de gran número de actores en el escenario que intensifican la acción), pero a la que les falta ese "algo" para ser magistral, la originalidad, algo que le dé una mayor personalidad a la representación.

El Duque de Ferrara (Arturo Querejeta) va a casarse con Casandra (Clara Sanchis), pero se cruza en el camino el hijo de éste, el Conde Federico (Israel Elejalde), ambos jóvenes se enamoran y tratan de evitar su relación. Federico renuncia a su casamiento con Aurora (Nuria Mencía), prácticamente una hermana para él. Pero ni el joven ni Casandra podrán resistirse a los lazos del amor y aprovecharán la transitoria ausencia del Duque de Ferrara para unirse. Cuando éste vuelva y descubra la traición por una carta desplegará ese curioso "castigo sin venganza" que acabará con la inevitable muerte trágica de los dos.

Como he dicho, un correctísimo trabajo de la Compañía. Me parece muy bueno el resultado de la traslación temporal y no se ve forzada (salvo por ese personaje alegórico que ilustra el cartel de la función y que parece más adecuado a la ambientación original). Y, para concluir, me gustaría rescatar un fragmento clave de la obra en la que se puede apreciar ese constante juego de palabras y agilidad expresiva que tanto gustaba a los escritores áureos:

FEDERICO (a CASANDRA):

Pues, señora,

yo he llegado

perdido a Dios el temor

y al duque, a tan triste estado,

que éste mi imposible amor

me tiene desesperado.

En fin, señora, me veo

sin mí, sin vos, y sin Dios.

Sin Dios, por lo que os deseo;

sin mí, porque estoy sin vos;

sin vos, porque no os poseo.

Y por si no lo entendéis,

haré sobre estas razones

un discurso, en que podréis

conocer de mis pasiones

la culpa que vos tenéis.

Aunque dicen que el no ser

es, señora, el mayor mal,

tal por vos me vengo a ver,

que para no verme tal,

quisiera dejar de ser.

En tantos males me empleo,

después que mi ser perdí,

que aunque no verme deseo,

para ver si soy quien fui,

en fin, señora, me veo.

A decir que soy quien soy,

tal estoy, que no me atrevo,

y por tales pasos voy,

que aun no me acuerdo que debo

a Dios la vida que os doy.

Culpa tenemos los dos,

del no ser que soy agora,

pues olvidado por vos

de mí mismo, estoy, señora,

sin mí, sin vos y sin Dios.

Sin mí no es mucho, pues ya

no hay vida sin vos, que pida

al mismo que me la da;

pero sin Dios, con ser vida,

¿quién si no mi amor está?

Si en desearos me empleo,

y él manda no desear

la hermosura que en vos veo,

claro está que vengo a estar

sin Dios, por lo que os deseo.

¡Oh, qué loco barbarismo

es presumir conservar

la vida en tan ciego abismo

hombre que no puede estar

ni en vos, ni en Dios, ni en sí mismo.

¿Qué habemos de hacer los dos,

pues a Dios por vos perdí,

después que os tengo por dios,

sin Dios, porque estáis en mí,

sin mí, porque estoy sin vos?

Por haceros sólo bien,

mil males vengo a sufrir;

yo tengo amor, vos desdén,

tanto, que puedo decir:

¡mirad con quién y sin quién!

Sin vos y sin mí peleo

con tanta desconfïanza.

Sin mí porque en vos ya veo

imposible mi esperanza;

sin vos, porque no os poseo.



Acto Segundo

P.D.: Nos faltó ver a ese Pope de El comisario en el papel de Federico...

lunes, noviembre 06, 2006

Días sin nada


Y siguiendo con las tablas aragonesas, aún quedan unos días para disfrutar en el Teatro de la Estación de la obra "Días sin nada" de Rafael Campos. Interpretada por la compañía Tranvía Teatro, esta vez en las personas de Cristina Yañez, Pilar Molinero y Santiago Meléndez (también director de la obra).



Una mujer, acusada de crímenes de guerra, recibe la visita de una reportera de una revista médica. En el transcurso de la visita, hilados en la conversación, la mujer evoca algunos acontecimientos de su vida. A través de ellos, en el diálogo con la periodista, asistimos a una serie de episodios que indagan en asuntos como la existencia de una persona en condiciones extremas: una conflicto bélico, por ejemplo.


La indagación en una peripecia humana es la manera de abordar desde la escena, a través de la ficción propuesta, una reflexión que ofrezca alguna luz sobre las posibilidades del comportamiento humano en situaciones límite, cuando la línea regular de una vida se trunca por decisiones que toman otras personas.


Interesante opción teatral con un buen texto y una sobria pero estremecedora escenografía que nos enseña como, con un juego de luces y transparencias, y una música que se convierte casi en un personaje más, los vivos y los muertos van continuamente caminando de la mano. Destacar sin lugar a dudas la genial interpretación de Cristina Yañez en un papel desgarrado a la altura de una de nuestras mejores actrices locales.