Estos días de Semana Santa he podido disfrutar de una escapada con Fergus a tierras bilbaínas. Por supuesto, una parada obligatoria era el Guggenheim. Si bien ya imaginaba que lo que más me gustaría de él era su aspecto y vistas externas (araña y Puppy incluidos) tengo que destacar la sorpresa y las nuevas e inolvidables experiencias sensoriales que me produjo la obra de Anis Kapoor. Sabía de su obra del cañón, a la que pudimos asistir en directo (un cañonazo cada media hora), sin embargo, lo más llamativo fueron sus juegos de espejo y color. Allí, parecí encontrarme con mi otro yo.
Si vais por allí no os lo perdáis.
7 comentarios:
Cool!
Tengo ganas de volver a Bilbao, a ver cuándo hago yo también una escapada.
Con diferencia la mejor parte del museo, mejor aun que los coches escachados y el cuadro negro con una mancha blanca que representa todo lo que uno pueda imaginar.
P.D.: El enlace a los rescates parece estar de vacaciones.
Una gran ciudad Bilbao. No había estado antes y me encantó.
Estoy segura de que te encanta ir de pinchos por ahí, Aitor jeje!
El cuadro negro sin comentarios... El pintor dirá que su arte es tan sublime que no alcanzamos a comprender su magnitud. Como te dije, su mayor mérito es conseguir estar allí.
Muchas gracias por la ayuda técnica Fergus, casi me quedo sin comentarios en los Rescates! :-)
Hmmmm... Piiiiiintxos....
Jeje, si ya lo sabía yo...
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