"En un espacio incierto, parecido a la sala de almacenaje de un museo, se esconde La Puerta del Infierno de Rodin. Dos hombres y una mujer buscan la manera de forzar la puerta principal para escapar del museo. Están desorientados, van desnudos y llevan restos de material escultórico adheridos al cuerpo..."
Así reza el comienzo del texto del panfleto de La Puerta del Infierno: Rodin, obra teatral que se representó la semana pasada en el Teatro Principal, según un texto de José Luis Esteban y bajo la dirección de Félix Martín.
La lectura de estas palabras es una llamada que incita directamente a querer saber qué sucede en esta historia, buen recurso de captatio: a la tormentosa figura del escultor Rodin se une ahora el misterio de unos seres desnudos y perdidos que no conocemos en un museo...
Y es cierto que la historia es buena y atractiva: tres figuras de la Puerta del Infierno luchan por escapar y salir al mundo real mientras que una joven escultura obsesionada con la figura de Camille Claudel, amante de Rodin que acabó desquiciada por su relación con el escultor, se encuentra con ellos.
Temas tan interesantes como lo inanimado que quiere salir de su obligado lugar por nacer a la vida, los juegos con la biografía de Rodin y las intersecciones con los personajes de la obra que se identifican con él o con su amante, la valoración de la obra de arte como única y su destrucción, el sadismo, lo satánico, la locura, la mutilación del cuerpo y la desnudez constituyen argumentos muy sugerentes.
La desnudez fue un tema principal, los actores aparecieron con un desnudo integral, que levantó las risas absurdas de algunos espectadores sin motivo alguno. La desnudez frente a las vestiduras, un tópico que nos acompaña desde el Pecado original en nuestra tradición.
Sin embargo, el principal problema recayó en la interpretación del reparto que ocasionó que esas profundas reflexiones sobre las que hablaba el texto no adquierieran la profundidad necesaria. No sé si debido a un probable cambio de cartel a última hora, no lo sé, pero el caso es que las actuaciones fueron muy flojas. Sólo cabe destacar de manera muy reseñable la interpretación de Marco Aurelio González que brilló por encima de todos en un gran alarde de plasticidad y simbiosis con su personaje que no se vio refrendado por el resto de compañeros.
No estuvo mal, mereció la pena por su originalidad, y me pareció lamentable que el público apenas aplaudiera. Esta "Puerta del Infierno: Rodin" ha sido la obra teatral de todas las que he presenciado que menos aplausos cosechó. Recordemos que el aplauso es una de las mayores satisfacciones para el actor después de su trabajo, y en este caso me pareció escaso.
Yo, por mi parte, me quedo con una gran frase: "¿Por qué las estatuas no pueden pasear por los jardines?".
4 comentarios:
Ireth siempre tan benevolente!!... jajajaja!
Las espectadoras de la fila de delante que se reían de la desnudez eran tontas, tontas... pero tontas, tontas!
Hay que ver qué pavo tardío tenían!
Y excepción hecha del citado actor... el resto de los interpretes eran malos, malos... pero malos, malos!
Por Dios qué sufrimiento de actuaciones!
No soy benévola Elros, a pesar de las malas interpretaciones de los actores esta es la impresión positiva que me quedó de la obra.
Ya se sabe que cuando aparece alguna especie de "tabú" en escena, como podía ser el desnudo, hay a gente que le da por reírse.
Y qué coincidencia fue encontrarnos ese día en el teatro jeje!
J.L Esteban como artistazo k es, parió una gran obra. El Rodín es elocuente, divertido, comprometido y sobre todo mágico.
Quizá los actores no estuvieron muy finos, pero yo sali con muy buen sabor de boca...tanto que aun me dura jajaja
"Porque ahi fuera no somos mas k maniquies. Un latido sin corazon."
wow that is really great
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