jueves, julio 06, 2006

Marías, el nuevo académico, y el Mundial

Como futura filóloga, no había dejado constancia en el blog de que el escritor Javier Marías ha sido elegido académico de la RAE, ocupando el lugar del fallecido Fernando Lázaro Carreter en el sillón R (mayúscula). Su candidatura fue presentada por los académicos Gregorio Salvador, Arturo Pérez-Reverte y Claudio Guillén.

¿Y qué tiene que ver Marías con el Mundial? Pues que hace unos días escribió un artículo para El País sobre él, "El misterioso alivio del fútbol", texto del que me habían hablado bien. Me parece extenso para ponerlo entero, además tampoco quiero abusar de vuestro tiempo. La verdad es que, en general, tampoco le encuentro excesiva sustancia, así que reproduzco el párrafo final que me parece el más destacable. Podéis leerlo completo pinchando aquí.

"El fútbol debería dar más que pensar. Pocas cosas hacen que millones de personas salten a la vez de alegría, en los estadios y en sus casas, por algo en lo que de hecho no han tenido participación –un gol– y que en modo alguno va a afectarles, para bien ni para mal, en sus vidas y problemas personales. Quien está en el paro lo seguirá estando al día siguiente; a quien ha perdido a un ser querido no va a volverle ese ser; quien se pudre en una cárcel no saldrá de ella por eso; quien vive perseguido o amenazado continuará así; y, de la misma forma, el rico no se arruinará porque su equipo pierda, ni el que acaba de ganar unas elecciones se verá destituido, ni el feliz recién casado asistirá a la destrucción repentina de su matrimonio. Y sin embargo los desdichados se pondrán contentos si su equipo vence (qué digo, darán brincos de júbilo), y los afortunados se pondrán mohínos si es derrotado (qué digo, cuántas lágrimas no habrán visto resbalar los estadios). Es inexplicable, de acuerdo, luego algo misterioso, y respetable por tanto, tiene que haber en el fútbol. Algo que lo asemeja a la literatura, al cine, a la música, que también son capaces de hacer reír, exaltarse, apiadarse, lamentarse y hasta llorar por historias y personajes y acordes que nada cambian de nuestra realidad, una vez que se cierra el libro o se encienden las luces o se hace el silencio. O quizá es que sí cambian algo, cuando tienen eco, lo mismo que en nuestra retina un inmenso gol sobrenatural".

Javier Marías

A lo largo del artículo Marías nombra al esperpéntico comentarista Andrés Montes ("no quiero ni imaginar cómo estarían los ánimos patrióticos si España continuara en liza el 2 de julio (y menos con esa pesadilla de locutor llamado Andrés Montes)"). A base de repetírmelo ya casi le he cogido el gusto al polémico personajillo de pajarita, y lo que escribe Javier me recuerda a sus denominadas sesiones de "Sonrisas y lágrimas" de los partidos. Ya veis amigos, es posible combinar lengua, literatura y deporte, o más bien fútbol, el eterno encandilador de las masas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, a todo el mundo le patina alguna neurona, así que a Javier Marías (a quien ponían a caldo en el Heraldo por sus supuestos defectos de Estilo, y que a mí me encanta) le tenía que patinar una con el fútbol. Ha escrito mucho sobre fútbol, pero eso lamentablemente me lo he saltado. A mí también me patina una neurona, con el fútbol, pero me patina con el otro pie.

Anónimo dijo...

A mí me ha gustado le reflexión sobre el fútbol. De todos modos, lo que quiero comentar es que a Marías el síllón de don Fernando le va a venir grande y ancho, y no sólo por la diferencia de tamaños... Pero bueno, había que renovarlo y Marías es, al menos, una persona que escribe correctamente y suele ser lúcido en sus reflexiones. Así que bienvenido.

Por cierto que hace un mes o así se invistió también un nuevo académico, José Manuel Blecua, zaragozano de nacimiento y amante cervantino, uno de los mayores expertos en nuestra literatura del Siglo de Oro.

Un abrazo Ireth!

Ireth dijo...

Sí señor, Fer, también José Manuel Blecua. Yo no puedo opinar sobre si a Marías le vendrá grande el sillón o no porque no he leído nada de él (quitando articulillos sueltos).

Pues joseangel, no sé si será cuestión de neuronas pero la cuestión es que el fútbol produce reacciones insospechadas, véase el caso cercano de Bandrés y el Real Zaragoza.

Anónimo dijo...

Bueno, espero que no le siente mal a nadie.
Yo sólo informo de que esta semana se desarrollará en Zaragoza y Huesca el II Congreso de l'aragonés, que tiene como fín la creación de una Academia de la lengua.
Si os queréis informar mejor, id a mi blog.

Un saludo, veraneantes.

Anónimo dijo...

Pues no te pierdas a Marías novelista, Ireth. Poco tiene que ver con el articulista. (Bueno, aparte de ser la misma persona, que ya es bastante ser dos personas tan distintas). Es una experiencia única su lectura (de sillón grande, nada de nada) - ahora que, eso sí, no es para todo el mundo. Tiene tantos detractores como admiradores, pero una mitad de estas tiene mejor gusto que la otra (en mi opinión).

Anónimo dijo...

Y buena suerte por el congreso, Charrabís, ¡a ver si a tí también te nombran académico!

Ireth dijo...

Anoto tu recomendación joseangel, a ver si este verano leo alguna novela suya. Un saludo!

Anónimo dijo...

Buenas. Cuánto tiempo sin escribir yo por aquí, ¿eh? ¿Me echabais de menos? ja, ja, ja. No os preocupéis, que regreso de las lejanas tierras de Birralandia con energías renovadas.

Yo, como habitante de Berlín, capital del Mundial este año, durante nueve días, he de admitir que ha sido una experiencia única. A mí el fútbol no es que me agrade mucho. De hecho, soy el primero en dormirse viendo un partido. Siempre he sido de los que se entretienen jugando (aunque ese deporte no es que me haya gustado demasiado nunca... Hay muchos otros mil veces más divertidos para mí) y nunca han entendido cómo puede resultar tan "divertido" ver un partido en la tele... Pero bueno, siempre lo he dicho: "para gustos, colores..." No es algo que pretenda cuestionar. En Berlín, sin embargo, todo era muy distinto: El ambiente se vivía de manera que incluso uno que detesta el fútbol tanto como yo se animaba al oír a casi todos los alemanes diciendo "allez la France" (¿se escribe así? que hace siglos que no repaso gramática francesa). Aunque la noche del último partido del conocido "Weltmeisterschaft" también se oía dentro del metro a algún que otro sudamericano borracho gritando a todos los pasajeros "¡cóoomanme la veeeergaaaaa!", ja, ja, ja. Aunque he de admitir que, dentro de mi indiferencia, prefería que ganara Italia. De hecho dije que ganaría... Y ganó. Pero eso da igual. Me hizo mucha gracia un friky de ésos que al lado del estadio iba disfrazado de romano con pecholata y todo, ja, ja, ja. La verdad es que ha sido una experiencia única.

Por otra parte, yo no creo que el fútbol sea algo tan prodigioso por el hecho de que atraiga a las masas... Ya lo dijo Juvenal: "panem et circenses". Dale al pueblo pan y circo y evitarás que piensen por sí mismos. Serás capaz de manipular muchedumbres completas. Que un libro también emociona y todo eso... pues claro. Ahora bien, de forma muy distinta. Un libro es algo individual, mientras que el fútbol es algo social, y como tal tiende a formar grupos, que se convierten en algo parecido a las tribus urbanas. Y muchos miembros de la tribu se comportan de forma parecida. Por supuesto, a lo que he dicho de los libros, se pueden presentar excepciones como "El código Da Vinci" y demás, acerca de las cuales ya conocéis mi opinión. ¿Qué cómo es que todos se emocionan y se alegran o lloran a la vez? Muy sencillo, porque se involucran mentalmente con los jugadores para autorrealizarse de alguna manera o en algún sentido. La de veces que habré visto a un gordinflón (y conste que no tengo nada contra los gordos) gritarle insultos a un jugador llamándolo inútil por fallar en algo en lo que cualquiera habría fallado, cuando él mismo no sería capaz de correr dos metros en el campo sin caerse muerto de cansancio... Creo que ya hay demasiadas razones en la vida para llorar y para alegrarse como para buscar aún más en que el partido gane o pierda. Eso sin contar el hecho de que al enfrentarse un país contra otro en el partido, se está enfrentando muchas veces a la vez a la gente de un país contra la de otro, fomentándose así, al menos durante el día del partido, el racismo. Los libros también emocionan alegrando o haciendo llorar. Y si no que se lo cuenten a las "Troyanas" de Eurípides, o a su "Medea". Pero como ya he dicho, son direcciones muy distintas.